Domingo, 25 de marzo de 2018. He corrido en un campeonato del mundo. Ayer se disputó en Valencia el campeonato del mundo de media maratón. Nos lo íbamos a perder. Me planto a dos semanas de la carrera. El abductor parece que ya no da guerra. Estoy desentrenado y con la lorza lustrosa. Además, esta media ya no era el objetivo sino la primera carrera de la temp.

Yo no quiero ser siempre el ácido, ni anclarme en las nimiedades de la normalidad. Nos aprendemos con los ojos, cuando podemos vernos, pero ahora el cielo me está aplastando. A veces pienso en cómo podría llegar a ser todo si no volvemos a conectarnos bajo lluvia naranja, sin sentir el abrazo rotundo, protejidos por la barandilla negra, y la madrugada helando la ventana de hierro diagonal. Echo de menos, y me gustaría poder escribirlo más directamente.