Heme aquí, derramando mis mares. Ardo, como casi siempre. Cuando los ellos vomitan y escupen en mis orillas. Me asfixia el color de mi voz. Necesito volar hasta donde habita el sol. Y necesito convertirme en cenizas. Las flechas envenenadas que oculté entre palabra y palabra. Ahora clavadas en el centro de tu diana. Matan, matan tu voz. Y el silencio que ahora inunda mis días. Me va muriendo en cada pestañeo. Callas a manera de venganza.

Los silencios siempre hablan , con sus voces serenas audibles para aquellos que saben sentir con el alma. Viernes, 7 de agosto de 2015. De tarde y llueve luces prendidas. Marcan el tiempo sobre ese puente. En una tarde, con otra lluvia. Cierro los ojos allí te veo. Café tus ojos, cabello cano. Mis ojos pardos que te miraban. Bajo el sol del otoño .

Pierdete entre mis caricias; Las Caricias de Gabriela. Es mi castigo, mi karma, mi verdugo, mi dios, mi asilo. La pija reina en mí. Sentada oronda en un gran trono. Con hermosa corona y valioso cetro. Me manda, me acecha, me hostiga. En cuatro dominada y empalada me humillo. Me evado del mundo en sueños con olor y gusto a pija. Y canto y bailo arriba. A un paso de la locura camino.