Canguingos o patas de peces. Los viejos roqueros también mueren. Anapoima, de Yassef Briceño García. Pero hasta la ilusión más sublime se desgasta con el tiempo, es inevitable. Finalista del concurso del Festival del Cuento de Los Silos. Incluso ahora, muchos años después, se empeña en seguir exhibiéndose ante m.

A veces, el silencio es la peor mentira. Martes, 2 de junio de 2009. Sentado, pensando, esperando, desesperado. Cada momento es algo más que un instante de tiempo. Un recuerdo no es más que un deseo. Dejame que te desabroche otro botón, te juro que es el último.

Nada más ver la expectación que levantó su improvisado vómito sobre la pared de aquel museo, comprendió que dentro de él vivía un artista. Finalista Concurso Cuenta 140 mes noviembre Los Museos. On noviembre 21, 2013. On noviembre 21, 2013.

Jueves, 11 de junio de 2015. Hongos al pil-pil - María Ester Correa Dutari. Regio - Sergio Fabián Salinas Sixtos. Domingo, 31 de mayo de 2015.

Microcuentos-microrrelatos-microficción-relato breve- microrrelatos y cuentos famosos- fragmentos de libros-. Era bueno saber que ninguna de las dos se necesitaban pero pasar tanto tiempo juntas influía en cada una de sus decisiones. Las nubes grises que se veían desde la ventana se desplazaban con rápidez por el cielo, como si un gigante soplase, desde le norte, con fuerza. Cuando tus ojos y los míos se cruzaron sentí tu paso firme acercándose a mí.

Entra, relájate y siente la mágia de Andalucía. Duermo con un ojo abierto. A los yermos que se extienden. Sin cristal que nos separase. Hasta ser parte de ellos. El sueño que se hizo angosto. La palabra escurridiza muerde la memoria. Treinta calendarios de sangre en marejada. Le aparte de los lobos.

No lo habías oído antes. Lunes, 17 de diciembre de 2012. Limpiar, humedecer, bañar, asear, limpiar, sanear, despejar. La luna, y las dos, y las tres. Hay quien cuenta ovejas para poder dormirse, yo cuento las horas pasar. Domingo, 16 de diciembre de 2012. Me queda un hilo de voz. Sábado, 24 de noviembre de 2012.

Nuestros mismos ojos, junto al resto de órganos, no parecían gran cosa en aquella bandeja pero eran más bonitos que los ojos cibernéticos que nos estaban poniendo. Intenté decírselo, en un absurdo arranque de narcisismo, pero lo único que conseguí fue que mi. Lengua aleteara un par de veces como un pez fuera del agua y empujara uno de mis testículos que cayó rodando perdiéndose por la rejilla de ventilación del platillo volante. Y esa es, señora, en resumidas cuentas, la.

Sus palabras presionaban su pecho cual masaje cardíaco sobre su tórax, expulsando con cada gesto, con cada cálida expresión, cuanta angustia quedaba acumulada en su trémula garganta. Gradualmente, el agua que ahogaba su ser comenzó a fluir a través de sus ojos.