La tristeza tiene el mismo devenir que el mar, se da por olas. Y en su ciclotímico proceder, hay días de mareas severas y furiosas en donde no se ven horizontes claros ni posibilidades de que el dolor amaine. Ese dolor huracanado que parece que nos quebrará cada una de las costillas. Lo que sí sucede, con el tiempo,. Sin embargo creo que es mejor transitar. Aun así, me queda tu mano.

Se ha roto la caldera del infierno,. Los condenados se helan,. En consecuencia no sienten los suplicios. A las laceraciones del frío. Un congelamiento cristalino lo cubre todo,. 191;qué no tiene ese aspecto el paraíso? Por el resquicio entre el suelo. Y la puerta de entrada al averno. Se sale el aire helado. Y el Can Cerbero escapándole,. La vigila a lo lejos. Ese mismo aire ha escarchado. Las márgenes del río Aqueronte,.