Me daís mucho a cambio, de nada; perdonad que no pueda o sepa devolveros tanta gratitud. Yo no puedo deciros más de momento, pues sería repetirme sobre lo que ya he escrito otras veces y que tiene de fondo, una depresión, unas no ganas de ver la vida, de vivirla, de exprimirla.

Blog del poeta Luis Miguel Rabanal. Tendrá por fin un plan para morir de muerte azul y amarga. Se cerrará sobre su propia esfera. Y los grávidos cúmulos arrancarán de cuajo los troncos de los árboles. El espacio y la noche.

Sábado, 24 de diciembre de 2011. Padre, me acuesto con el ángel. Seis palabras sencillas de vocabulario temprano desbarataron la calma chicha del Padre Benito zambulléndolo de pleno en un calvario del quince sin santiguar. Pongamos por caso que Dios, o la Virgen María, o el Espíritu Santo, o los tres en celestial comanda hubieran sido el sujeto de mi confesión, entonces el verbo tornaría en sacro magisterio. Hasta que mi ángel llegó.

Ya he contado hasta diez. De ceniza en la mesa. Uno cree que es importante. El cielo en el bolsillo. Una persona que remeda a otra persona que lo remeda a uno. No sirve aprender por otro. O aprender de cómo los demás aprenden de uno. Se lleva en el cuero. Sales y quieres exprimirlo, no? Las luz y el sonido te la explotaron como era.

Hay algo terrible en la realidad, pero no sé qué es. La chica que acaricia un antebrazo. Con la vehemente suavidad del desespero. Oliendo el rastro de la pértiga sinestesia. Que lo convierta en verde musgo entre mis piernas. Medio camino despertando dentro de personas extrañas. Mi mano erizando el pecho del mandril. Sin interés por la respuesta. Anunciando una a una mis catástrofes.